Crónica - Ratos Rutas Retos

06.10.2024

El día ha amanecido soleado. Quizá demasiado templado para quienes van a disputar la media maratón de Donostia. Nosotros tampoco nos libramos del riesgo de quemarnos bajo el sol. Pero mejor empezar así que con un día tristón e inestable.

A pesar de haber quedado en coger el bus a las 9:30, el hecho de que dos compañeras (se dice el pecado, pero no el pecador) hayan llegado con un minuto de retraso (sí, que puntuales son a veces los autobuses!), nos han obligado a coger el siguiente que, por fortuna, salía con solo un cuarto de hora de diferencia. Nada grave por tanto.

Nada más apearnos en Astigarraga (junto al barril que recuerda que nos hallamos en la capital de la sidra), hemos empezado a subir cuestas. Al principio junto a sidrerías, más tarde entre caseríos y casas de agroturismo, nos hemos adentrado en caminos que poco a poco han abandonado el cemento para poner bajo nuestras botas piedras y tierra por las que hemos derramado las primeras gotas de sudor de la jornada, hasta encaramarnos a la primera cima del día: Santiagomendi. Allí, nos hemos encontrado con la ermita dedicada al santo de los peregrinos y el albergue adyacente. Nos hemos repartido en las mesas que los rodean, para dar cuenta del merecido hamaiketako mientras descansamos un poco.

Se ha levantado un fuerte viento, que nos ha acercado unos nubarrones muy negros. Nos hemos retado a ver quién es capaz de completar una lista más larga con los nombres de las cimas que nos alegran la vista. El resultado: nos hemos dado cuenta de que, entre las muchas que se pueden observar, hay también muchas que ya hemos visitado con el grupo: Erniozabal, Onddi, Andatza, Buruntza, Santa Barbara, Arratzain, Mendizorrotz. No son pocas, las que vemos… y las que hemos subido. ¡Qué bueno poder seguir completando juntos esa lista de rutas, retos y ratos!

Los frutos secos, galletas, plátanos, arándanos, chocolatinas y bocatas como siempre compartidos, conjugados con las conversaciones de fraternidad, no han permitido que el pesimismo que querían traernos los nubarrones crezca entre nosotros. Y, tras las fotos que nos ha sacado una mujer que la providencia ha querido enviarnos en el momento en que nos poníamos nuevamente en camino, nos hemos dirigido hacia abajo, con gordas gotas de lluvia sobre nuestras cabezas, pero una amplia sonrisa en nuestras bocas.

He sentido a María Eugenia muy predispuesta a disfrutar del chaparrón que nos podía caer, pero el cielo, cuando ha escuchado que también estaba dispuesta a esperar otra ocasión, nos ha ofrecido una tregua y se han abierto unos claros sobre nuestras cabezas.

Tras saludar a un par de simpáticos burros, y uniendo caminos de cemento con senderos embarrados, sin salir de tierras de Astigarraga eso sí, hemos alcanzado el lugar conocido como Perurena.

Es hora de repasar la lista, para ver si alguien se nos ha podido perder por el camino: Ismaila, Denis, Claudia, Fanny, Luis, Gladis, María Eugenia, Inés, Arantza, Kelin, Edwin y un servidor. Estamos todos. Perfecto. Algunos que aparecían en la lista han caído de ella finalmente, por enfermedad o trabajo, pero otros que no estaban se han animado a última hora. ¡Bonito grupo!

Tras recorrer alrededor de cien metros por el borde de la carretera, hemos huido de la misma por un senderito que se alzaba a nuestra izquierda. He notado a mi alrededor caras que reflejaban expresiones de auténtica euforia, que es un fenómeno bastante curioso y habitual que se produce habitualmente cuando la pendiente se agudiza. Gladis, para evitar mirar a la cuesta, viene recogiendo plantas medicinales; pensaba que los colores que traía Kelin eran producidos por el sol, pero me he dado cuenta que son provocados por otro motivo; Luis viene fácil, haciendo gala de su sentido del humor; Edwin, cuidando de la tribu; Arantza no parece una abuela, parece que para ella todo es cuesta abajo a pesar de que, para disimular, de vez en cuando hace comentarios de signo contrario; Inés ha venido con un trancazo, pero casi no se le nota, pues anda ligera como una ardilla; María Eugenia tira del grupo, se nota que, a su habitual buena forma, se le han sumado dosis extra de entrenamiento; Claudia no pierde, a pesar de las cuestas, la sonrisa; Ismaila y Denis han hecho buenas migas, es evidente, y vienen arreglando el mundo; Fanny, a pesar de que hace tiempo que tiene algo aparcados sus acostumbradas caminatas, se las está arreglando muy bien; a mí se me está acumulando el trabajo pasando de vídeo a foto y de foto a vídeo, pero estoy disfrutando, del camino y de la compañía.

Para cuando nos hemos dado cuenta (no sé si todos suscribirían esto, pero bueno), hemos llegado al fuerte de Txoritokieta. Ha sido una lástima no haber podido pisar la cima, dado que nos hemos encontrado el fuerte cerrado y sin el puente levadizo que permitía el acceso hasta hace muy poco tiempo. No importa. Foto de rigor y hacia abajo. A partir de ahora, nos hemos sumergido en la fiesta de la castaña. Había como para recoger kilos y kilos; algunos así lo han hecho, y no ha faltado una sesión de degustación para los más hambrientos (la hora tampoco era la pero para ello).

En Lau Haizeta, hemos despedido a Inés, que estaba al lado de casa. El resto hemos completado la caminata continuando hasta Sagastieder, pasando antes junto a los caseríos de las cabritas y el de los enanos, así como por Garbera.

Me ha parecido que las caras de cansancio también lo eran de satisfacción. Besos y abrazos en la despedida, preludio de una magnífica siesta.

Como frase resumen quería escribir "ha sido un magnífico paseo", pero, como he notado ciertas discrepancias en torno al significado del término "paseo", lo dejaré en "ha sido magnífico".

¡Mil gracias a todos! Ha sido un placer.

Xabi Ariznabarreta